El poder de las palabras

Para bien o para mal, como dice la letra de una canción de Antonio Vega, las palabras generan un impacto tal en el ser humano capaces de hacernos sanar o enfermar hasta el punto de poder morir.
Hace poco leyendo a Jorge Bucay, éste contaba como nuestro pensamiento y las palabras que nos decimos a nosotros mismos, pueden tener resultados diferentes en el proceso de curación de una enfermedad. ¿Tanto poder tienen las palabras?
Cuando pensamos, lo hacemos con palabras y es nuestro pensamiento quien condiciona nuestro lenguaje. Desde que nacemos, nuestro cerebro se convierte en un campo fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Las palabras son como semillas que plantamos en nuestra mente y éstas van creciendo. Lo importante es descubrir para qué clase de semillas es fértil nuestra mente, semillas de amor o de miedo.

Nuestro lenguaje no es inocente, cada vez que hablamos generamos consecuencias en nuestra comunicación y relación con los demás, de manera que, ser consciente de ello, es un paso importante para lograr comunicaciones más eficaces, más nutritivas.
Cuando la madre le dice al hijo: “eres malo” y estas palabras proceden de una persona importante para el niño, genera consecuencias en su forma de ser.

Las palabras entran en nuestra mente y cambian por entero, nuestras creencias, nuestra forma de ser y actuar. Alguien da una opinión y dice: “Eres un desastre, todo lo haces mal” La niña o el niño lo oye, se lo cree y crece con esa idea en la cabeza. No importa los buenos resultados que consiga; mientras mantenga en su pensamiento y en su esencia ese acuerdo, creerá que es un desastre y eso le condicionará para muchas cosas a lo largo de su vida.
El comunicador que soy tiene que ver con como soy yo y mi esencia. Si quieres ser de otra forma o que la percepción que los demás tienen de ti sea diferente, el esfuerzo que has de hacer, es comenzar por cambiar tu vocabulario, las palabras que utilizas.
Hay palabras que hieren y aunque pueda parecer que el daño no recae en mí, sí lo hace en realidad porque estaré generando en el otro un sentimiento de rencor, de odio que no será bueno para mí. Cuando me enfado y con mis palabras te envío mi veneno emocional, las estoy utilizando en mi contra. Si me amo a mí mismo, expresaré ese amor en mi relación contigo; si te amo, tú me amaras; si te insulto, me insultarás, porque todo lo que yo haga provocará una reacción en el otro semejante. Esto me recuerda una frase que decía:
“Si no te gusta lo que recibes de regreso, ¡revisa muy bien lo que estás dando!”.

¿Te has parado a pensar alguna vez cuando recibes una respuesta, una actitud de alguien que no encaja en tus expectativas, qué has dicho o hecho tú para generarla?
Las palabras son el don más poderoso que tiene el ser humano. Las palabras de amor, respeto, afecto, reconocimiento, palabras que curan.
Y sorprendentemente, la principal forma de comunicación que hemos aprendido en la sociedad humana es la mentira, los rumores. Hemos aprendido a hacer de la mentira un hábito al comunicarnos con los demás y aún más importante, al hablar con nosotros mismos. No somos honestos con nuestras palabras.

Recuerda alguna ocasión en la que tu mismo (o alguien que conozcas) estabas furioso con otra persona y deseabas vengarte de ella. Para hacerlo, le dijiste algo con la intención de esparcir el veneno y conseguir que se sintiera mal consigo mismo. De niños actuamos de este modo casi sin darnos cuenta, pero a medida que vamos creciendo, nuestros esfuerzos por desprestigiar, ningunear y descalificar a la gente son mucho mas calculados. Entonces nos mentimos a nosotros mismos y nos decimos que la persona en cuestión recibió un justo castigo por su maldad. “Muerto el perro, se acabó la rabia”.

Cuando contemplamos el mundo a través de nuestro propio veneno, resulta fácil, muy fácil, justificar incluso el comportamiento más cruel. No somos conscientes de que el mal uso de nuestras palabras nos hace caer más profundamente en el infierno.

No permitas que nadie mine con sus palabras envenenadas lo más preciado que tienes, tu autoestima, tu orgullo de ser lo que eres y has decidido ser. ¿Porqué a veces vamos por la vida pretendiendo que cualquiera descubra nuestro verdadero valor? No dejes que nadie con sus palabras te haga sentir insignificante, invisible.
Sólo alguien que se ama a sí mismo es capaz de regalar palabras de amor, sólo alguien que se conoce a sí mismo es capaz de regalar a los demás lo mejor de si mismo. A través de tu lenguaje, tú decides que quieres conseguir con él: utilizas semillas de amor para curar o utilizas semillas de miedo para hacer sufrir. Lo que ahora estés pensando te llevará a sentirte más libre y dueño de tus palabras y acciones o te convertirá en esclavo de tu propio veneno. Nadie tiene más poder que tú para dar valor a las palabras que recibes y de igual manera, tú eres dueño y responsable de lo que dices.
“Cuidado con tus pensamientos: se convierten en palabras
Cuidado con las palabras: se convierten en acciones
Cuidado con las acciones: se convierten en hábitos
Cuidado con los hábitos: se convierten en carácter
Cuidado con el carácter: se convierte en destino”.

Frank Outlaw.

Quiero dedicar esta entrada a una profesora que hace muchos años me dijo lo siguiente: “TODO LO QUE TE PROPONGAS EN ESTA VIDA, LO CONSEGUIRÁS”
Gracias Amelia.

1 Comment

  1. ALBERTO ASTURIAS - 22/04/2010

    Hola Lola: me he quedado sin palabras al leer esta entrada sobre las palabras, y lo he releido al menos un par de veces para tratar de incorporar buena parte de lo que has escrito. Una vez más has logrado remover mi «estructura mental», la cual se ha «dejado» pues no se ha olvidado de la sintonía que tiene con el «estilo Lotero» fruto de aprendizajes anteriores. Suerte y perseverancia. Alberto

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