Responsabilidad y culpa no son lo mismo, si bien basta escuchar conversaciones en diferentes ámbitos de la vida, personal y/o profesional, para darnos cuenta que muchas personas lo utilizan con total indiferencia.
Si partimos de la premisa de que cualquier ser humano a diferencia de otros animales, tiene la capacidad de elegir, la posibilidad de optar como nos posicionamos ante las situaciones que nos ocurren, la responsabilidad sería la habilidad para responder ante una situación desde nuestra libertad.
Vivimos en un momento de cambios y transformaciones a todos los niveles, social, económico y también un cambio profundo de valores. Es de sobra conocido, la situación de crisis que vivimos. La cuestión es, en esencia, como hacemos frente a estas situaciones que rompen nuestro equilibrio o quizás debería decir, que rompen nuestros hábitos adquiridos y en los cuales nos sentimos confortables. Observo reacciones diferentes ante el entorno de crisis que nos rodea y escucho todo tipo de respuestas. Hay personas que ante una misma pregunta: ¿Por qué ha estallado esta crisis?, ofrecen respuestas diferentes. Algunos responden: “por la codicia de los banqueros y la mala gestión de unos políticos ineficaces”; otros dicen: “porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” y otros afirman: “porque esta crisis es mundial”.
Cualquiera de estas respuestas es válida y al mismo tiempo son diferentes formas de explicar la situación que existe. La diferencia entre uno y otro tipo de explicaciones tiene como punto de partida donde ponemos la responsabilidad, si fuera de nosotros o dentro, asumiendo que somos parte del problema.
Querido lector, si llegado a este punto, no has decidido maldecir, cerrar la página o visualizar mi foto para imaginar como ardería en el infierno, me alegro que sigas conmigo y me permitas continuar profundizando en la distinción entre responsabilidad y culpa.
Lo explicaré con otro ejemplo. En un curso que impartí, uno de los asistentes puso de manifiesto, a través de un comportamiento poco respetuoso hacia los demás compañeros y hacia mí, su malestar por los recortes económicos y otros temas de gestión a nivel interno en su organización. Realmente, lo que estaba haciendo era buscar culpables con los que aliviar su resentimiento. No se trata de poner en duda sus motivos, ni de juzgar si actuó de buena o mala fe; sin embargo, ni el momento, ni las formas para defender su posición fueron las adecuadas.
Pensad detenidamente cuántas veces os colocáis de manera voluntaria en este rol en el que te declaras inocente y pones la responsabilidad en el sistema, o en la gestión de los que dirigen o en el tiempo, o…; siempre hay un motivo. Esto es lo que se denomina en el ámbito del coaching “explicaciones tranquilizadoras” que persiguen no resolver el problema, sino ubicarte en una posición de víctima que te hace incompetente para encontrar una solución. El coste que conlleva ubicarse en este rol, es que no asumir que somos parte del problema, significa cerrarnos las puertas a encontrar soluciones a una situación.
Posicionarnos en el otro lado y asumir que somos partícipes del problema, implica asumir que tenemos el poder de generar cambios, empezando con cada uno de nosotros, cambiando los hábitos adquiridos en los que nos sentimos confortables o en palabras de José Ortega Cano: “estamos tan agustito…”
No diré que obrar de este modo sea fácil y es comprensible entender como hay personas que están sufriendo, aunque se resisten a aceptar que para construir, hay que hacer cosas distintas y no solo lamentarse. Obrar de este modo tiene un costo y éste es la Responsabilidad.
¡¡Enhorabuena y Bienvenida coach-lega¡¡ Totalmente de acuerdo con lo que has escrito y no pierdas las buenas costumbres. Abrazos IIIIII