El mapa no es el territorio (1ªparte)

Hace poco he vuelto a recuperar mi afición por la pintura, aunque más bien debería decir que he decidido dedicar más tiempo a otro de los motores de mi vida como es el placer de pintar. El hecho en sí es que quise aprovechar esta circunstancia con la posibilidad de realizar un pequeño experimento entre mis amigos y colegas. Les dí a conocer mi última obra y la pregunta que les hice fue la siguiente: ¿Qué nombre le darías al cuadro?


Las respuestas que obtuve fueron de lo más variopinto. Algunos daban nombres tales como; «Gravity”, “Septiembre”, “Sígueme”, “Amanecer en Singapur”; e incluso algún otro en lugar de ofrecer un nombre, lo que declaró fue que le recordaba a los cuadros de los chinos y que lo único que veía eran monedas de oro.

Esto me hizo reflexionar sobre lo diferentes que somos las personas y qué es lo que nos lleva a ser observadores tan diferentes de una misma realidad. La respuesta a esta pregunta se encuentra en cada uno de nosotros, en lo que somos, o dicho con otras palabras, en nuestros mapas mentales o paradigmas, de los que hablaré en mi próxima entrada.

Mientras tanto, os invito a compartir con todos los lectores del blog, el tipo de observador que sois. Y para ello…la pregunta que os hago es: ¿Qué nombre le darías?

2 Comments

  1. Maria - 03/06/2010

    Este cuadro ya me encantó cuando vi su foto por primera vez. En ese momento me evocó la palabra «Éxito», quizá por su brillo y equilibrio. Pero he de reconocer que la foto difiere bastante del original…. a dos metros es aún mejor, como la mayoría de las cosas que realmente merecen la pena en la vida. Efectivamente, según titulas la entrada, el mapa no es el territorio.

  2. Luis Miguel Gutiérrez Huerta - 09/06/2010

    ¡Hola, Loli!
    Hasta ahora no he podido contestarte como corresponde al post tuyo del cuadro, échale la culpa a Miguelito (¡pobrín!, si es un bendito …).
    «Pachinko» fue, realmente, mi primera opción, porque da la casualidad de que las pantallas del equivalente japonés de las máquinas tragaperras (el «pachinko» bendito) se parecen bastante.
    Luego, pensándolo más fríamente, me recordó a los primeros días de septiembre. Concretamente, me trajo a la memoria las tardes en la piscina en las que el sol se ponía más tarde, y ya sabías que el verano se acababa, y tocaba volver al cole ….
    Je, ¡qué ataques de nostalgia me entran ahora que soy padre!

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