¿Es posible conseguir una educación de calidad?

logo blanco cuadradoHace tiempo un amigo comentaba en una reunión que es bastante normal, haya o no maestros, que en un encuentro de amigos se acabe hablando de educación, porque es un tema de conversación en el que todo el mundo puede participar: “el que más y el que menos ha pasado alguna vez por una o varias instituciones educativas; bien sea como alumno, padre o profesor”.

Yo pensaba que esto era cosa de maestros, que tenemos esa “deformación profesional” que nos lleva a extrapolar el trabajo a todas las facetas de nuestra vida. Pero con el paso del tiempo me he dado cuenta de que es real. Se habla de EDUCACIÓN, así, en mayúsculas. Todo el mundo tiene una idea sobre lo que cree que sería ideal, sobre teorías tradicionales o innovadoras, sobre lo antiguo y lo moderno, sobre generaciones perdidas y los tan nombrados “ni-ni” (ni estudio, ni trabajo).

¿Qué es lo que hace que un sistema educativo funcione o fracase? ¿Cuáles son los elementos que dotan a una escuela de calidad? ¿Por qué, después de tantas reformas educativas, un alto porcentaje de estudiantes acaba fracasando y abandonando los estudios?

Si tuviera la respuesta a todas estas preguntas, sin duda habría resuelto uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la sociedad actual. Pero sin tenerla, me gustaría lanzar unas hipótesis que nos ayuden a plantearnos el camino para encontrar solución a tan complicadas incógnitas.

En primer lugar voy a hacer referencia a algo que leí por primera vez hace más de una década, y que a día de hoy, creo que no se tiene demasiado claro. Debemos entender los centros educativos en su sentido más amplio, como “comunidad educativa”. Este término no es sino otra forma de referirnos a un colegio, instituto o centro de enseñanza de cualquier tipo. ¿Quiénes forman la comunidad educativa? La comunidad educativa está formada por todas las personas que tienen alguna relación con los alumnos de ese entorno educativo. En el caso de escuelas infantiles, colegios e institutos, ésta estaría formada por maestros, profesores, padres y alumnos. Pero yendo un poquito más allá, deberíamos incluir en la misma a los monitores del desayuno y comedor, de actividades extraescolares, etc. Si el centro educativo fuese un barco, todas las personas que se encuentran en él deberían “remar” en la misma dirección para conseguir llegar a buen puerto. Llevando esta metáfora a la vida real, todas las personas que forman parte de la comunidad educativa deberían estar comprometidas con el proyecto del centro, con las ideas del centro, y trabajar hacia los mismos objetivos.

Si consiguiéramos esa coherencia, ¿podríamos hablar de un centro educativo de calidad? Sin duda, sí. Lo que dota de calidad a un centro educativo es que todas las personas que pertenecen a él estén comprometidas con unos objetivos, consensuados entre todos y que todos estén dispuestos a cumplir. Este “todos” engloba no solo a profesores y maestros, sino también a padres y alumnos, ya que la única forma de conseguirlo sería el esfuerzo de cada uno por un objetivo común. De nada sirve que a un alumno se le hable de esfuerzo, trabajo diario o valores en el colegio si en casa no se le dan importancia a estas cosas; al igual que de nada les sirve a los padres poner unas rutinas de trabajo en casa, si luego en el centro “todo vale”. La única forma de conseguirlo es el trabajo cooperativo entre la escuela y la familia.

En este punto llegamos a otra de las grandes incógnitas del inicio… ¿por qué tanto fracaso? ¿Es culpa de los centros o de las familias? A muchos les encantaría divagar diciendo que es la sociedad actual, la política, la crisis, etc. Pero volviendo a la idea original, y dejando de lado la palabra “culpa”, nos deberíamos plantear si quizá con los años se ha perdido responsabilidad respecto a las tareas de cada uno. En la comunidad educativa “ideal” de la que hablábamos antes, todos caminamos en la misma dirección; por lo que los padres y alumnos deberían confiar en sus maestros y profesores; y los profesores y maestros deberían interesarse por las circunstancias personales de cada alumno y apoyarles y prestarles orientación desde su perspectiva profesional. Lejos de mirar a sistemas educativos que pertenecen a sociedades diferentes a la nuestra, deberíamos mirar hacia dentro, y con los elementos que contamos, empezar a hacer que las cosas funcionen: trabajar en equipo, confiar en los profesionales, exigir valores, y sobre todo (y de una vez por todas) dejar de divagar con teorías y fijarnos un objetivo común y tangible que haga posible que los niños crezcan en un entorno educativo de calidad, que les haga tener interés por seguir creciendo y seguir aprendiendo.

¿Es necesario cambiar las leyes educativas? Quizá lo más necesario es hacer una valoración real de la situación: ¿qué tenemos? ¿qué cosas funcionan? ¿cuáles no? ¿qué queremos conseguir? ¿qué estamos dispuestos a sacrificar a cambio? Y muchas otras cuestiones relacionadas con el funcionamiento de un centro. Sería muy difícil hacer este planteamiento a nivel global; pero cada año, en los centros educativos, se nos permite la posibilidad de mejorar lo que tenemos, de cambiar lo que no funciona, lo que no nos gusta y poner en su lugar otros elementos que hagan que las cosas mejoren.

Desde aquí invito a la reflexión, a creer en la comunidad educativa, y a empezar a construir ese mañana con el que todos soñamos. ¡JUNTOS SEREMOS CAPACES DE LOGRARLO!

2 Comments

  1. Nieves - 30/01/2014

    Estoy de acuerdo contigo.
    Dices la palabra clave:JUNTOS.
    Quizás somos demasiado individualistas en nuestra profesión, Quizás llevamos una competición interna en la que nos disputamos ser el más destacado en nuestro trabajo( por unos motivos u otros ).
    Llevo más de 20 años en la profesión, y he pasado por varias etapas dentro de este mundo de la enseñanza.También he pasado por diferentes niveles educativos y otros tantos centros de trabajo, pero en todos ellos es cierto que la preocupación real se ha centrado en «cumplir con un horario » y en algunos casos con lo justito para salir hacia adelante y no complicarse la vida..
    El encontrarte con esta situación, ha hecho que en muchas ocasiones me plantee si yo misma he tomado una decisión correcta al elegir la profesión.
    Han sido muchas las ocasiones en las que he pensado en tirar la toella, en dejarme llevar por la corriente,..¡¡pero no puedo !!.
    Soy maestra con todo lo que conlleva.Me fascina el mundo de la enseñanza.Cada día me propongo empezar un camino y descubrir y maravillarme en el trayecto. Andar y aprender , descubrir y experimentar con mis alumnos es algo que que vuelve loca.Me encanta encender la chispa en los niños y dejarme llevar por la gran cantidad de preguntas que formulan a cada momento.
    ¿Es posible una educación de calidad ?.Sí, si nos lo proponemos.Somos muchos los maestros que hemos elegido la profesión por el reto y la necesidad de cambiar algo en la sociedad.
    Es necesario tomar conciencia de ello y dejarnos contagiar por ese entusiasmo que nos llevó a elegir esta carrera tan vocacional.
    Es el momento de empezar a lanzar nuestro sentir para hacernos escuchar.La sociedad en este momento así nos lo está pidiendo.
    Ánimo a todos los compañeros, y como decía al principio :JUNTOS haremos posible una realidad que es necesaria cambiar.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.