Tras varios meses en los que he recorrido gran parte de la geografía española, no por motivos de ocio sino por trabajo, vuelvo de nuevo a mi campamento base, llamado hogar, para cargar pilas y afrontar de nuevo las oportunidades de trabajo, colaboraciones que surjan de cara al 2011.
Durante estos meses en los que he estado en contacto directo con asistentes a los cursos, responsables de formación, coordinadores, tutores etc…, he vuelto a ser consciente del papel esencial que estas personas desempeñan en la labor de gestionar el talento dentro de sus organizaciones.
Y…¿cuáles son los motores que llevan al ser humano a querer seguir aprendiendo? Considero que el punto de partida es el ser autocrítico, el ser capaz de identificar tus fortalezas y áreas de mejora en relación con tres elementos esenciales para el buen desempeño de tu trabajo diario, que son: Los conocimientos, las habilidades y las actitudes.
Ser autocrítico es lo opuesto a ser conformista y no ser inconformista como puede creerse. La persona que es autocrítica se muestra satisfecha con los resultados que obtiene pero muestra una constante inquietud por ser mejor y por avanzar profesionalmente.
Estrechamente relacionado con el ser autocrítico, es la motivación por el logro personal y/o profesional. Una vez que eres consciente de tus carencias, tú decides de manera libre y responsable si quieres alcanzar mejores resultados, conseguir aquello que te has propuesto y para ello, nada más importante que despertar en tí una actitud positiva que facilite el cambio.
El aprendizaje es una de las herramientas más potentes que existen para la transformación del ser humano.
Volviendo a poner el foco de atención en las personas que intervienen en el proceso de aprendizaje dentro de las organizaciones, considero que el formador ha de actuar como mediador entre los objetivos perseguidos por la empresa y las expectativas de los asistentes a un curso o taller. Es una pieza más dentro del engranaje formativo que actúa como elemento de unión de experiencias y formas de ver y hacer las cosas.
No obstante, para hacer de la formación algo útil y productivo, es necesario que los profesionales que gestionan los proyectos formativos, sean conscientes también de que sólo colaborando entre todos, podemos generar sinergias que faciliten la consecución de mejores resultados y la satisfacción de las personas involucradas en dicho proceso.
Debemos unir nuestras fuerzas para descubrir nuevos caminos que a veces uno solo no ve. Si lo hacemos, conseguiremos que la formación no sea un fin en si misma, sino un medio eficiente con el que lograr resultados espectaculares.
En cuanto a tu artículo me ha gustado mucho, como siempre, y comparto todo lo que dices. Hace unos 10 días que he retomado buena parte de los trabajos que hicimos en Cajastur en 2008 para «refrescarlos» con el equipo actual de la oficina (entre mi oficina y la satélite somos hoy 13 personas de toda índole profesional… y personal). Asimismo he compartido los trabajos con compañeros de otras oficinas y departamentos que creo tienen interés en esos temas. Sigo también peleando en el desierto por mantener la formación continua en los temas de índole comercial y de equipos, y no creo que haya vez que no vea a Lucas en que no le pida que te contrate….
No se me olvida que el éxito de los que dirigimos equipos esta en desarrollar al equipo, y para ello hay que estudiar, practicar, y ser muy autocrítico. Ser autocrítico es fácil si se quiere serlo, siendo por tanto viable ir corrigiendo errores e ir innovando. Esos que dicen que no se arrepienten de nada de lo que han hecho en su vida, será porque de los errores han aprendido y/o mejorado, porque si no ha sido así los errores duelen y no valen para nada.
Mi oficina, dentro de las de su tamaño (dentro de las grandes) ha alcanzado los primeros puestos la mayoría de los ranking y, lo que ha sido realmente bonito, es que el 80% de la plantilla ha contribuido seriamente a dicho éxito. Como se dice ahora sobre todo en futbol, estamos totalmente «enchufados» en el éxito de la oficina y, perdonando la inmodestia, creamos escuela en la gestión. Comprarto plenamente contigo la satisfacción de cuando la formación se convierte en util para los que la reciben y para la empresa para la que trabajan. Dar formación en si mismo es una gozada, pero cuando luego eso se carga de sentido con los resultados positivos de la aplicación de lo enseñado/aprendido,es una gozada «galáctica».